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¿Cómo afectan tus actividades a los manglares?

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La importancia  de los manglares de Guayaquil

El equilibrio de los seres humanos y su entorno es muy frágil, cada una de nuestras acciones repercute sobre el medio ambiente, desde decidir emplear el auto para un trayecto corto o aceptar una funda plástica para el supermercado tienen consecuencias en la naturaleza. De allí, que para lograr acciones efectivas sobre el cuidado medioambiental, es necesario generar conciencia a través del conocimiento. Por ejemplo, Ecuador tiene el privilegio de contar con manglares que son ecosistemas muy particulares que se desarrollan en el encuentro de la desembocadura de un río y un brazo de mar. Esta convergencia del agua dulce y salada le confiere características que permiten el desarrollo de especies únicas de flora y fauna, además brindan grandes beneficios ambientales que contrarrestan la contaminación.

Los manglares en Ecuador se encuentran a lo largo del litoral y ascienden a alrededor de 157.000 ha, siendo la zona más amplia, el estuario del Río Guayas y el Golfo de Guayaquil. Esta cercanía ha generado un vínculo entrañable entre la identidad guayaquileña y el manglar, formando una sinergia que trasciende de los aspectos ambientales, económicos hasta llegar a los culturales. Por ejemplo, la población de Guayaquil interactúa con el manglar al aprovechar sus productos que se han convertido en insignias de su gastronomía local como el cangrejo y son la base de la economía de pobladores locales.Los manglares deben su nombre al mangle, una especie arbórea predominante en este tipo de ecosistemas, que son capaces de filtrar la salinidad y desarrollarse en este tipo de ambientes brindando condiciones ideales de refugio para un amplio número de especies. Estos forman la primera línea de defensa de las costas frente a la erosión provocada por el viento y las mareas, convirtiéndose de esta manera en una pieza fundamental para la mitigación y adaptación a los efectos producidos por el cambio climático en las zonas litorales, además son capaces de absorber y almacenar CO2. Una hectárea de manglar puede retener 1.000 toneladas de dióxido de carbono al año. Sus características han permitido que estos ecosistemas se conviertan en un verdadero motor para la vida, dando paso al desarrollo de una gran variedad de especies de peces, anfibios, reptiles, mamíferos, crustáceos y moluscos, convirtiéndose en el hábitat ideal para muchas aves migratorias. Además, producen una alta cantidad de nutrientes que se transportan a través de la costa por las mareas para ser aprovechadas por otros ecosistemas.

No son menos destacables los beneficios que los manglares brindan a las comunidades locales, al convertirse en su fuente de recursos para su desarrollo. El manglar es la base alimentaria de estas poblaciones que se encuentran a sus alrededores ya que, en estos se desarrollan actividades de pesca y captura de otros animales como cangrejos, conchas y camarones que son parte fundamental para su dieta que permiten obtener beneficios económicos para su subsistencia.

Lamentablemente, las actividades humanas han provocado la reducción de las extensiones de manglares en aproximadamente 56.396 ha (similar a 2 veces la ciudad de Quito) en los últimos 40 años y han provocado alteraciones en sus características y funcionamiento. La ampliación de la frontera agrícola, crecimiento urbano, sobre explotación de recursos y cambios en el uso del suelo son algunas de las causas de esta pérdida. Si a esto sumamos los desechos sólidos mal gestionados que llegan hasta los manglares y las descargas líquidas industriales y domésticas sin el adecuado tratamiento, sitúan a los manglares como ecosistemas altamente sensibles que requieren de una especial atención y protección. Esta preocupación ha impulsado a que alrededor del 45% de la extensión de los manglares sean declarados como áreas protegidas, mientras que el 42% se encuentra protegido mediante otros mecanismos de conservación.

Al encontrarse en la desembocadura del Río Guayas, la ciudad de Guayaquil históricamente se ha visto relacionada con el manglar, ya que incluso parte de su expansión urbana se llevó a cabo en este tipo de ecosistema y algunos remanentes de manglar aún se encuentran dentro de la ciudad. Este sistema de manglares está comprendido por varias zonas protegidas como: Área Nacional de Recreación «Isla Santay y del Gallo», Reserva de Producción Faunística Manglares «El Salado», Refugio de Vida Silvestre «Manglares el Morro» y la Reserva Ecológica «Manglares Churute», estos forman hábitats que son refugios de gran cantidad de animales, plantas que forman barreras naturales frente a inundaciones y otros fenómenos naturales para la ciudad. Con las últimas previsiones del IPCC (Panel Intergubernamental del Cambio Climático), con respecto al aumento del nivel del mar y la frecuencia e intensidad de fenómenos meteorológicos extremos, se remarca aún más la importancia de mantener y aumentar la extensión de los manglares.

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